Monday 30 August 2010

la dama y el vagabundo: nuevo apunte hamburgués

1947 fue un buen año. más o menos: miguel alemán aplicó su famoso “rifle sanitario”, que en el pánico de la epidemia, terminó por matar 600 mil vacas locas o susceptibles de enloquecer; el enchinado “permanente” se puso de moda en méxico, el mambo y la rumba mandaban en los antros del centro, el indio fernández estrenó la perla, y miles de braceros regresaron al país desde estados unidos. habían ido –legalmente– a apoyar el campo gringo en sustitución de campesinos llamados a las filas de la segunda guerra; traían consigo algunos dólares –no muchos–, algunas palabras –creo que venían bonche, lonche y chance– y la felicísima costumbre de comer hamburguesas.



y aunque más de un ñoño se atrevió a poner el grito en el cielo –ejemplo: luis marcet, que publicó el volumen
¿hamburguesas? no, gracias, o josé n. iturriaga que en un arranque patriótico escribió: “la sencilla baguette francesa, el pepito, el magro bocadillo español o la hamburguesa poco tienen que hacer al lado de las tortas compuestas, cuyo origen es la ciudad de puebla”– a los chilangos se nos quedó para siempre esa costumbre. hamburguesa: microcosmos de texturas que son sabores que huelen y se ven: bien sazonada, húmeda carne molida, jugo abundante en la suavidad de un bollo, acidez de un queso ligeramente amarillo, agudo, la autoridad salina del tocino crocante, el decisivo tronar de una lechuga helada, la pungente cebolla y el dulce jitomate...

¿favoritas? las del salón luz (gante 61), que tiene setenta y cinco años y su primer chef –un austriaco de apellido weingartshober– instauró una versión de hamburguesas pre-1947: albóndiga empanizada sobre pan negro: obra maestra. brasserie la moderna (orizaba 94), el restaurante más mamón del muy mamón hotel brick, la sirve, en efecto, estilo brasserie parisina: sobre brioche con huevo estrellado. novedad: trae un chile toreado y papas fritas con aceite de trufa y parmesano. la del hudson (anatole france 70) es preciosa: trae gruyère, salsa bbq, jitomate y arúgula. (por cierto: hudson tiene muy buena selección de vinos gringos.) al puntarena –restaurante queridísimo (palmas 275-b)– casi le puedo perdonar cualquier cosa. por ejemplo: que su hamburguesa no sea de res sino de atún. sobre todo porque es una pieza perfecta.


ésos son para quienes gustan de sentarse muy seriecitos. en los parados –los “originales” de la colonia roma (monterrey 333), que están en esa esquinita desde mediados de los sesenta– sucede la locura: su hamburguesa huele a tacos. las hamburguesas del soriana (el puesto, naranja; no tiene nombre: así ledecimos de cariño; está en av. cuitláhuac casi esquina con continuación nueces) son las anti-hipsters. son parientas de “las de morelia” –esquina colima, en la roma–, pero su clientela es la gente feliz de cuitláhuac y no los respingados del “jardín pushkia” –hazme el favor. según una verosímil leyenda urbana, las del soriana (antes gigante) forzaron a un burger boy a tirar la toalla. meter en esta lista las de la cabaña de fuentes (av. de las fuentes s/n, en satélite) es una obviedad total, como meter la inconclusa de schubert en la lista de las 10 mejores sinfonías inconclusas del siglo xix, pero ni modo: son un absoluto clásico al carbón. por último: el hollywood, que es pura nostalgia. su dueña y luego la hija de ésta hicieron hamburguesas minúsculas hasta que a bimbo se le ocurrió la brillante idea de desaparecer los bimbollitos. ahora son tamaño normal, aunque suficientemente delgadas para comerse dos. les ponen una salsa secreta picosita que, junto al escabeche de pepinillos, es toda su personalidad. el hollywood (insurgentes sur 407) avanza hacia su desaparición desde 1962, pero la ciudad se aferra a él como una enfermedad se aferra a un cuerpo generoso. qué triste es todo –y qué bonito.



{fotos: jon feinstein; aparecido en vértigo.}

taxi driver



Friday 27 August 2010

Wednesday 25 August 2010

contra nostalgias


i
la nostalgia es una pérdida de vida y la vida es, probablemente, una pérdida de tiempo. hay una cosa, un fruto pequeñito como una baya, que puede salvar el vulgar pasatiempo de la nostalgia, esa aflicción de verse alejado de la patria de uno o de los seres que amó: se trata del tópico del vbi svnt (en latín: “¿dónde están?”), una colección de preguntas sin respuesta que los poetas se hacen intermitentemente cuando se detienen ante las ruinas de lo que es su vida o su patria o su antiguo amor. así, por ejemplo, el principio de este tango que borges recitó en una comida el 26 de abril de 1960:

¿dónde está mi barrio, mi cuna querida?
¿dónde la guarida, refugio de ayer?
borró el asfaltado, de una manotada,
la vieja barriada que me vio nacer...

es más potente el episodio del poema anglosajón que se ha dado en llamar the wanderer (‘el errabundo’), y es más potente porque su protagonista no es un quejoso de arrabal sino un antiguo, infranqueable guerrero, que ha perdido a su señor y su espada. su vbi svnt comienza por ahí del verso 90 (
hwaer cwom mearg? hwaer cwom mago?, dice el original, que puede leerse, con traducción paralela, aquí). intentaré traducir esos versos ásperos, no sin un poco de vergüenza:

y el creador de los hombres destruyó la ciudad,
y libre del ruido y la furia de los ciudadanos,
aquella obra de gigantes quedó vacía;
y el errabundo pensó en estas cosas,
y las ponderó,
y en esta lóbrega vida, sabio en su espíritu,
y recordó desde la distancia sus trabajos de amor perdido,
y dijo estas palabras:
¿dónde está el caballo, dónde el jinete?,
¿dónde está el dador de tesoros,
dónde los asientos del festín y dónde los gozos del salón?
argh, ¡la copa brillante y el guerrero y el esplendor del príncipe!

ii
que yo sepa, existe un antídoto contra la nostalgia. su nombre comienza en el futuro y apenas lo estamos diciendo cuando sus primeras letras habitan ya en el pasado. origami de arena o escultura acuática: el presente. los poetas, para limpiarse del decorativo afán de la nostalgia, juran en nombre del presente. así lo dice garcilaso:

coged de vuestra hermosa primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre,

y así lo exige también góngora: “antes que lo que hoy es rubio tesoro / venza a la blanca nieve su blancura: / goza, goza el color, la luz y el oro”. en un soneto de sor juana una rosa da esta orden:

goza sin temor del hado
el breve curso de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte de mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado.

y luis alberto de cuenca pone al día la tradición.
niña, dice en unos alejandrinos,

goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
y que la negra muerte te quite lo bailado.

iii
hay otro antídoto. funciona no sólo contra la nostalgia sino contra su hermano el reproche, las dos formas que suele adquirir el pasado. yo suelo repetírmelo y va así: no es la negra muerte sino esta vida –despertarse, tender la cama, comer, volver a dormir–,
esta vida es la que nos quita lo bailado.

{texto revisado para vértigo: agosto 8, 2010; foto ben huff en flak.}

Tuesday 24 August 2010